viernes, 7 de diciembre de 2007

Pensamiento lejano

La apenada chica abrió un cajón y, como si la madera que formaba el cubo contenedor quisiera enviarle un mensaje, un papel salió disparado hacia el suelo. Pensó en dejarlo ahí, pero la duda de si sería o no un papel importante, le hizo agacharse y abrirlo con prisa…

“Cuanto sentimiento retraído, cuantas palabras que se van volando, cuantos sueños incumplidos…

Aun recuerdo que te recuerdo, aun tengo la espinita clavada de convertir un parque al que nunca fui hasta entonces en el mejor lugar donde jamás estuve. Aun recuerdo que apenas me miraste y ese fue el mejor mirar. Y tus palabras… no me acuerdo de tus palabras, aunque tengo tu voz clavada en mis oídos.

Suavidad, dulzura y ternura, por encima del abrigo que evitó al frío tocar tu piel, pero tan desgraciada tela que me lo impidió a mi también. Mas tarde si que llegó el momento soñado… tu en la playa, yo siempre a tu lado, tu tumbada, yo soñando, tu brazo extendido y mis dedos rozando el cielo. Con ternura, con timidez, sin mas fuerza ni amparo que el de mi corazón, latiendo, agresivo, expectante, prófugo, estúpido.

Nunca llegué a verme junto a ti, pero la esperanza no se pierde, sino mas bien te abandona ella, tu jamás quisiste dejarla marchar. Y digo tu por no decir yo, porque es tan doloroso y ha pasado tanto tiempo que mas que un amor pienso en tener una enfermedad crónica, de síntomas dorados en cabellos y azules en ojitos, blancos en piel y rojo, muy rojo, tanto como la sangre que recogió un veneno invisible, de los peores, de los que matan el alma haciendo que ésta abandone al cuerpo.

Puñalada en mi pecho, en el centro, rozando el corazón justo por su centro y dando lleno en el. Ya no vives sola, ya no tienes una vida circunstancial, ya no te amoldas al entorno, sino que tu entorno solo sabe mirarte y admirar tu belleza. Ya no demandas amor, andas empachada de amor, un amor que te sacia hasta empujarme al abismo de tu felicidad, de una felicidad ajena a todo aquello cuanto imaginé. Siempre soñé con no precipitarme en el, soñé con agarrarme a una de tus ramas, de las que no se rompen, de las que acogen en sus hojas, dando todo cuanto puedo necesitar… aunque cambio todos mis sueños solo por verte sonreír.

Dicen que la distancia es el olvido, pero aun sabiéndote lejos, te siento junto a mi porque no existe el día en que no piense en ti, alejándote de todo olvido posible. Imposible mas cerca. Tanto tiempo sin ti, ni contigo… al final ni siquiera tu amigo, pasando días, pasando semanas, pasando meses, volando años, navegando recuerdos.”

Y sintió que un escalofrío le anunciaba la inminente llegada de un arrepentimiento.