miércoles, 25 de febrero de 2009

Yo, inestable.

A partir de hoy, cuando me preguntéis como me encuentro, referíos a mi estabilidad. O mejor dicho a mi inestabilidad.

Me siento inestable, lo mismo pienso SI, que digo NO y que escucho voces y murmullos que me dicen SI NO NO NO SI SI NO SI. Al final acabo lanzando una moneda al aire y le hago caso al dinero que es aquel que, cuando lo tienes, nunca te falla.

Quizás todo venga del mismo sitio, quizás nada exista y todo sea una “embolicaera”, pero me siento inestable.

En realidad es la maldita cuesta de enero… pero del enero de 2008. Aquel mes supuso un punto de inflexión gordísimo en mi vida, para mal por un lado (el que controla mi inestabilidad) y para bien por otro (el que controlo yo). Sin embargo, controlo menos de lo que se, espero y quisiera. Al final resulta que sí, que estoy inestable.

Pero bueno, no os preocupéis por mí que estaré bien allá donde vaya… sí es que algún día pego el salto y voy. ¿Qué por qué no voy a ningún sitio? Pues porque las cadenas que me atan son el único nexo que me queda a la cordura que deseo y a la locura en que se mueve este mundo.

Es lo único que me queda ante tanta carencia. Un paso mas y podré flotar en el vacío.