miércoles, 16 de enero de 2008

Esa absurda apariencia

Después del típico chiste de Nicanor sobre que no nos veíamos desde el año pasado, me senté en mi mesa de siempre por primera vez en este 2008. No obstante era una circunstancia no vivida antes, pues echaba de menos la compañía, echaba de menos el humo del enésimo cigarrillo encendido por cualquiera de las decenas de personas que allí podían reunirse. La explicación era sencilla, eran las diez de la mañana y El Café de Nicanor solo había existido para mi mente hasta entonces en la nocturnidad mas oscura y siniestra.

¿Tendrían café en EL CAFÉ de Nicanor?, la respuesta era… que no. No me había fijado hasta ahora, pero Nicanor no contaba con una máquina cafetera en su extremadamente ocupada barra. Me desconcerté, no tenía lógica, y se lo hice saber al propio Nicanor, le mostré mi enfado y mi repulsa ante el mal gusto de poner un nombre a un establecimiento que engañaba sin ningún escrúpulo a la clientela. Lo que pasa es que no puedo enfadarme con Nicanor.

Abrí el diario matinal, leí una masacre en el Líbano con soldados españoles heridos, leí sobre atentados, leí sobre crímenes pasionales,… y pensé que quizás era mejor dejar de leer, aunque seguí haciéndolo. A eso se le llama ser humano, pensé. Un wisky sin hielo voló hasta mi mesa acompañado de un cenicero y un Nicanor que se sentaba frente a mí y me miraba entre el espeso humo que salía de un puro habano de los que se regalan al Rey, al Rey y a Nicanor, pues nunca habla de ellos, pero sus constantes contactos con el personal mas refinado de los suburbios y trapicheos le habían otorgado una notoriedad social muy camuflada, pero a la vez muy notable, recibiendo regalos en forma de habanos, botellas de licor o incluso muchachas tan susceptibles de ser amadas, pero tan jóvenes, que Nicanor acababa dándoles un beso en la frente y veinte euros para que volvieran a casa en taxi. A buen corazón no le ganaba nadie, aunque el wisky que había plantado en la mesa y que presumía era para mi, había desaparecido dejando una copa ensuciada por el vacío. A tacaño tampoco le ganaba nadie.

Me fijé en una pareja de adolescentes que entraron en el bar. No tenían nada de especial, ella era rubia y bajita, el alto y moreno. Ella andaba con decisión y descaro, el iba arrastrándose al ritmo de los pasos de la fémina. La típica pareja. Pero, ¿qué pintaban en Nicanor? Se sentaron en una mesa del fondo, a la sombra de la ausencia de una luz cotilla y reveladora, ella primero y el después, sin gesto caballeresco, sino mas bien con ánimas de ser el falderillo de los deseos de la chiquilla. Intentó cogerla de las manos y ella dejó una y soltó la otra. Miré a Nicanor, me miró a mi y esbozó una leve y sobria sonrisa que llegó a molestarme porque parecía ser el único indignado porque dos niñatos estuvieran en un lugar tan inapropiado, en un templo sagrado de la bohemia y el vicio. Y allí estaban esos dos tórtolos imbéciles, con sus sonrisas imbéciles y sus ropas adolescentes.

Cuando Nicanor se empezó a incomodar con mi propia incomodidad ante tal absurdo dúo de imberbes, me dijo:

- ¿Tienes algún problema? - , sin dejar de mirar la copa y sin haber sacado el habano de entre sus dientes.

- Si…no… no se - , dije intentando pasar del tema.

Tras un pequeño gran silencio, comenzó a hablar:

- Ella tiene 15 años, el tiene 21. Son tan distintos que se adoran. El es el sobrino de mi compadre. Ese chico lleva tanto tiempo detrás de ella y me recuerda tanto a mí, que no tuve mas remedio que echarle una mano. Cuando la familia y los amigos de ella se enteraron, lo amenazaron y le prohibieron verla. Llevan tres meses viniendo puntuales a las diez de la mañana, se sientan, no piden nada porque no puedo ofrecerles nada, se llevan ahí media hora y se van. No se si se fuman clases, ni se de que van, pero me divierte ver como al final ese chico lo ha conseguido.

- Que bonita historia de amor, al final resulta que vas a salirme maricón y todo – le dije con sarcasmo.

En realidad todo aquello era mentira, no se porqué lo sabía. Ese chico estaba mintiendo a todos para quedar con ella, estaba pasando de todo su mundo por ella, y ella pasando de todo, hasta de él. Si el ser humano es estúpido, si encima es adolescente, puede llegar a ser gilipollas, puede llegar a creerse el ombligo de un mundo que hace tiempo paso a toda velocidad por donde él está pasando ahora a paso de tortuga. No se quién coño se ha creído, no se quién le ha autorizado a pensar que es alguien puesto que no llega a ser ni media mierda. Pero todos fuimos lo que es él ahora y al final tampoco hemos llegado tan lejos ni hemos conseguido nada en especial.

Quizá será mejor dejarlo por ahora y esperar a que llegue la noche para que Nicanor pueda llegar a convertirse en el mundo tan asqueroso que tanto nos gusta.