viernes, 6 de noviembre de 2009

No me hables

¿Qué vienes a contar? ¿No ves que estoy concentrado?

No interrumpas mis aires de delirios con tus nosequé y nosecual, no tintes de cuentos chinos mis húmedos pensamientos, no vengas a incordiar en el cisma de nuestro mundo que hoy no tengo ganas de tus deshonrosos juegos pueriles ni de tus manipulaciones adultas.

No me hables de Campanario ni Estéban , no me importa lo mas mínimo las Ambiciones que puedan tener los que viven mas allá de mi piel, ni si alguien pide ayuda a gritos entre cuatro televisores. No me hables de presos que gritan y pelean por un puñado de dolare$, ni me cuentes tus patrañas de tardes aburridas. Antes de hablarme, piénsatelo dos veces y, mejor, no me hables.

No me cuentes tu asquerosa vida de fugitivo, ni tus miedos inseguros que pretenden cambiarme la vida a golpe de picota. Pico y pala. No te me pongas tus mejores galas porque son peores que mis peores tormentos. No me inundes de inestabilidad mi inestabilidad, que al final se me vuelve estable. Hubiera empezado usted por donde tuviera que haber empezado y hubiéramos hablado, pero la mayoría de las veces, no me hable.

No me obligues a comprar una entrada para el cine de tu vida porque ya sé que se está proyectando una película de Óscar. Lástima que a mí el género empalagoso nunca me entusiasmó. ¿Por qué me preguntan siempre lo mismo? Es no, porque es no y no es sí. Cuando sea sí intentaré que nadie lo sepa. Váyase con su circo a otra parte.
Bastante tengo con mi propio jaleo y toda esa gente que me grita entre oreja y oreja. ¿Podrían bajar un poco la voz? Siempre me molestaron los vecinos molestos, pero son mucho peores cuando las voces parecen proceder de tu propia casa.

Hoy me he levantado sin ganas de escucharte, así que mejor no me hables.