lunes, 30 de marzo de 2009

La Semana Santa




Vaya hombre, ya llega la Semana Santa.

Volvemos a las procesiones, volvemos al expansible olor a incienso que ocupa cada uno de los rincones de la ciudad, al chirrido de los zapatos y las ruedas de los coches al patinar sobre la cera adherida al piso, a los trajes de chaqueta y los vestidos elegantes. Sin lugar a dudas, la Semana Santa es todo un evento social.

Fue creada por motivos meramente religiosos. Cuando esta gran urbe no alcanzaba mas de las dos o tres hectáreas (por decir algo), seguro que las estaciones de penitencia no pasaban del pequeño trono llevado sobre hombros por unos pocos fieles creyentes practicantes que pensaban que era todo un honor el que sus dolores fueran provocados para hacer posible que el muñequito de turno se paseara por las calles jerezanas.

Hoy todo ha cambiado. Convertidas en clubes sociales y centros específicos de negocio, las hermandades se han convertido en auténticas potencias de los mundillos económicos, sociales y políticos de la comunidad jerezana (en este concreto). La religión y la creencia brillan por la ausencia que se cubre con quilates y mas quilates adornando las cabezas de las vírgenes o contrachapados y llamadores del oro mas amarillo que la madre naturaleza ha sido capaz de engendrar. Nunca antes se había utilizado de una manera tan sutil a una institución religiosa, convirtiéndola en una auténtica “cueva de ladrones”.

Y hablando de tesoros, los que hacen negocio de esta fiesta tradicional. Esos grandes señores cubiertos de pies a cabeza por telas procedentes de las mejores sastrerías. Todo es poco para un “don” como él, fiel seguidor de las buenas costumbres y los valores constructivos durante el 0,019% del año, que es lo que supone una única semana de las 52 con las que cuenta el año. Esa semana no le pega a su mujer, ni estafa a ningún socio, ni deja en la calle a ningún pobre trabajador. “Venga ya, no generalices, que esos serán los menos”. Pero también son los que mayor poder contemplan en un mundo que beatifica el negocio por encima de todo, en un mundo que cobra 30 Euros al pobrecito creyente que piensa que cargando sobre su espalda a una pesada imagen de Jesús lleva a Dios y a la Virgen a lo mas alto de los cielos.

Pero dejemos el mundo oculto para analizar el mundo tangible, el que todos vemos y conocemos por nuestros propios sentidos y nuestras mas cotidianas viviendas. Calles cortadas, aceras ocupadas por palcos y mas palcos, que son mas largos y rojizos con el paso de las anualidades (mas dinero para las arcas). Petición de cobro del impuesto de circulación por las molestias y amenaza de cancelar toda procesión (me hubiese gustado ver hasta donde eran capaces de llegar en esa tentativa impositora y en la negación de culto).


Al final todo es dinero. El mundo existe por y para el. Los que no lo manejamos tenemos que seguir aguantando los caprichos de los potentados caraduras y sus limpiezas de conciencia durante una exclusiva semana en la que los que disfrutamos de las bellezas cotidianas de nuestra ciudad lo tenemos mas crudo que nunca.

3 comentarios:

Xavi Vragas dijo...

No es por hacerme publicidad, pero me has hecho recordar aquellos fabulosos gráficos.

http://xerezky.blogia.com/2007/040301-descubriendo-la-semana-santa.php

dariadanti dijo...

Me gusta que el primer (y quizás único comentario) sea uno de los que están en mi lado de esa muralla y no un penitonto capullito. Aunque respetar se respetan todas las opiniones, oiga (pfffff).

Nita dijo...

puff... qué raazón tienes