Si recurrimos al libro de tópicos de los mas grandes temores y miedos de la humanidad, supongo que la muerte se lleva el número uno en el top durante muchas semanas consecutivas, quizás todas. No obstante, y a pesar de ser la mas repetida en encuestas del propio ego de cada uno y en encuestas de la calle, existen otros grandes miedos que han rellenado páginas y páginas de vidas anónimas, sobre todo, y de pensadores, escritores,… famosos. Como existen tantos, vamos al grano y hablaremos de uno al que quiero referirme: la soledad.
Desde tiempos inmemorables, el ser humano ha tenido miedo a la soledad, al vacío que se siente cuando uno mira a su alrededor y no encuentra mas que aire. Tal vez sea ese sobrante de aire el que provoque una claustrofobia dentro de la misma cabeza, de forma que va absorbiendo toda la esencia que uno puede tener y provocando una sensación tan nihilista como inquietante.
La necesidad de la compañía de otros seres similares a nosotros se convierte en un imperativo que sobrevive a los años y a las épocas y, aunque a día de hoy sea casi imposible quedarte solo en un sentido literario, el significado de soledad cobra una mayor magnitud para el empobrecimiento del alma. Con otras palabras, no hay nada peor que sentirse solo estando rodeado de gente.
Cuando en una fría, aunque calurosa, cueva, sucia y austera, te encuentras rodeado de gente a la que no conoces y gente a la que crees conocer, pero que no son mas que parte del conjunto de sombras que se reflejan en las paredes de dicho lugar, la sensación de soledad es inevitable. Mirando en todas direcciones se puede comprobar como existe una luz al final de un largo pasillo plagado de obstáculos, obstáculos que forman parte de esa parte sombría y aparente de la que quizás hablaba Platón con su cueva, no tan distinta a la mía. La única pega es que el sol de Platón era magnífico, el estadio más supremo de su historia, mientras que el mío solo lleva a una nueva metáfora que quizás algún día me atreva a relatar.
Y ya que meto a Platón en todo esto, pues sigamos refiriéndolo para seguir. Entiendo que la soledad de la que hablo podría ser como andar encadenado con vete tu a saber que tipo de cadena real o imaginaria en el fondo de una cueva, donde solo se ven las sombras proyectadas en la pared. No podemos volvernos, no podemos ver que objetos son los que producen esas sombras en la pares, sombras que lo son todo para mí desde mi condición de encadenado. Y veo como de la oscuridad aparecen otros ex encadenados que trepan la ladera con soltura y mucha suerte. Y no hartos con las sombras que se reflejaban en la pared, ellos también las reflejan, corren a la gran luz y vuelven en silencio al interior de la cueva, callados, pero gritando lo bien que se sienten al haberlo conseguido y lo tonto que puedo llegar a ser por no haber descubierto la verdad aun.
En muchas ocasiones, dejo de escuchar voces aquí abajo, no se, supongo que soy el único que queda encadenado, el único que no puede agarrar ningún objeto con sus manos ni ver esa gran luz de la que hablan todos y debe conformarse con sombras, con reflejos, con imágenes de lo que son, pero sin serlos. Un mundo falseado que no tengo mas cojones que vivir, por necesidad, porque es el único que tengo. Algún día tal vez…
2 comentarios:
Cuando te encuentres encadenado, cuentate chistes, veras como sonries o habla con las piedras igual sale de ella algun sonido que no sea tu eco.
Lo malo de mis chistes es que ya me los se todos de ante mano.
Lo de hablar con las piedras... a veces cuentan cosas interesantes, pero la mayoría solo te invitan a que mires a tu alrededor y a que presencies también su soledad.
Y ahora que lo pienso, si una persona solitaria se encuentra con otra solitaria también, ¿pueden formar una asociación de solitarios sin dejar de serlo?
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