Soy un pobre aspirante a cadáver que camina y camina por un lugar muy peculiar. Es un lugar que solo tiene suelo, techo y un gran sol, mas ardiente que ninguno, pegado en lo mas inalcanzable. Por la experiencia se que el sol calienta, pero este lugar desértico es frío, helado mas bien, aunque da mas sed que ninguno otro en el que haya estado jamás. No se como ni porqué estoy allí, pero estoy. Se de sobra el tiempo que llevo en él… demasiado, y para nada me imagino cuando podré aliviar mi situación.
La primera mentira a la que me enfrento es la propia arena del desierto. Antes sabía sobrellevar este problema, antes mis piernas parecían no dar importancia al enorme empuje inverso que la arena ejercía sobre mi movimiento. Ahora la cosa ha cambiado, y cada grano de arena me frena tanto o mas como lo haría un muro de hormigón. Eso sin nombrar que cada paso hunde mis pies, seguramente queriendo atraparme y decirme “Para ya, quédate aquí”. El tiempo cuando agarra, no suelta.
El cielo no me miente, pero me ciega. Está ahí, tan azul, sin nubes, repleto de estrellas por la noche, cada una con su luz. “Seguramente han alcanzado la felicidad”, me digo, pero luego recuerdo que una estrella se ilumina cuando lleva miles de años muerta. Quizás sea lo único que me queda, quizás solo pueda hacer de cada cosa una falsa ironía con la que reírme, una impostura con la que actuar, una mentira con la que ser un falso feliz. Pensar A, pero suponer B, aunque no sean ninguna de las dos.
El sol es el más bonito de todos, pero también es el más mentiroso. No solo no me da el calor que yo pensaba que daría, sino que me mata de frío y me deja deshidratado. Y para colmo, se me olvidaba, estoy en un desierto. No hay agua.
Quiero un oasis. Allí hay agua, hay sombra, puede incluso que haya animales o frutos con los que poder alimentarme y descargar esto que me apresa y me apena, al menos durante un tiempo. Una silueta al lejos, viene alguien. Camina deprisa… viene en camello… que suerte tienen algunos. Seguro que además lleva agua, y todo sin esfuerzo. Vaya mierda de vida, la justicia brilla por su ausencia.
¡¡Quieto!!...¿Qué es aquello?... ¿No será…? ¡¡SI!! Corro lo más rápido que puedo, me tropiezo con las dunas un millón de veces, el sudor me inunda los ojos, y escuece. Vaya… un maldito espejismo. Es lo peor de andar por este desierto metafórico, que mi mente es muy inocente y se deja engañar por el sol.
No había sol, no era eso lo que veía, para colmo me invento historias que se de sobra que no van a llegar a ningún lugar. Al menos durante este tiempo he sentido la ilusión, al menos he saboreado la esperanza,… pero para nada. Solo una mirada del sol, solo un gesto del cielo, solo una mentira de la arena han bastado para pensar que era real. ¡¡¡Yo lo sabía!!!
¿Cómo puedo ganar tanta esperanza con tan poco? ¿Cómo puede ser que existan tantos camellos por ahí y tantos oasis y ciudades, y aun no haya conseguido llegar a ningún sitio donde parar un tiempo? Será que no me esfuerzo lo suficiente, será…, pero quiero ser como los demás, quiero encontrarme un camello, quiero correr hacia un espejismo y darme de bruces contra la pared de una casa o contra un cocotero. Quiero bañarme en las aguas calmadas de un charquito, con estrellas o sin ellas, pero húmedo, suave,… apagar mi sed y dormirme con una sonrisa en la boca.
De momento, solo puedo mentirme e ilusionarme con historias que no existen. Mas vale que me vaya a casa, a ver si sueño algo bonito y recupero fuerzas, que mañana será un día mas largo y peor que el de hoy.
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