No estoy de acuerdo para nada con eso de que “si bueno y breve, dos veces bueno”. ¿Por qué lo bueno debe ser breve? No entiendo porqué debemos quedarnos con el sabor en la boca, deseando tener mas. Yo estoy de acuerdo con que lo bueno debe durar, y a ser posible toda una vida (aunque ésta, ya de por si, es breve). Por eso, hoy, quiero recordar al miembro mas viejo de mi familia: el Opel Kadett.
Aunque no se sabe muy bien cuando nació, sí se conoce una aproximación de la fecha de su puesta en marcha en el mundo actual. Sucedió hace unos 21 años cuando cayó en las manos de una mujer con quién que convivió durante 8 años. Hace 13 años, entró a formar parte de nuestra familia haciendo bueno el refrán de que “no hay bien que por mal no venga”. El antiguo transporte privado de la entidad familiar, un Renault 12 de color verde oscuro, quedó herido de muerte tras un extraño incendio, presuntamente provocado a uno de los coches que dormía a su lado en el aparcamiento de la barriada. Inútil para la conducción, pero objeto de valor para la enseñanza mecánica y la sustitución de piezas, aportó unos ingresos suficientes para poder comenzar a soñar con un nuevo vehículo. Así llegó nuestro querido “Panzer”.
La comparativa con el anterior elemento era brutal. Un coche moderno, con ventilación artificial (conductos de aire no acondicionado), dirección asistida por cremallera (un auténtico lujo en movimiento, un calvario detenido), 5 marchas que llevaban al coche a alcanzar 130 kms/h!!!!... una auténtica locura. El coche era portentoso, un auténtico señor por ciudad y un rebelde en la autovía, rompiendo el viento con su dura carcasa metálica (si el aire fuera de hormigón, creo que también lo cortaría). Los coches de hoy no son como los de antes, y este Kadett así lo demuestra.
13 años de idas y venidas al colegio, al trabajo, a Sevilla, a Cádiz, al Puerto de Santa María, … a mil sitios a donde pasarlo bien. En uno de esos viajes, sufrió daños traseros por los efectos ajenos del alcohol (el otro coche se arrugó como un acordeón mientras mi adorado “Panzer” solo se quejó de la puerta del maletero). Otro día fue una excursión por un campo de melones, otro un golpe con una columna,… pero ahí sigue el tío, dando el callo.
Remendado a mas no poder, solo conserva la mitad de las piezas originales, se le rompió el volante, se le despegó el techo, se le rompieron los faros, se le pincharon las ruedas, se rajaron los asientos, se apulgaró la chapa perdiendo su blanco inmaculado,… pero la esencia, el alma de nuestro coche, sigue en pie, aguardando paciente a su conductor, caminando pesada y lentamente por las calles de Jerez .
Desde aquí, recibe un saludo de quién aprendió a conducir contigo y de quién espera tenerte siempre, a pesar de andar con las comodidades típicas de las personas con coches del siglo XXI.
domingo, 31 de agosto de 2008
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