1 de septiembre… oficiosamente ha acabado el verano.
Los niños se esconden, los mayores sienten como su corazón vuelve a latir de estrés, las altas temperaturas empiezan a notar como sus escudos de defensa empiezan a perder energía (aunque aun tienen mucho que decir),… porque el verano ha acabado.
Además, el fresquito permite correr a cualquier hora sin morir en el intento ;-)
Bueno, vale, ya se que aun no ha acabado, pero por eso digo lo de oficiosamente, aunque no existe mas oficialidad que aquella que los niños imponen. El verano habrá muerto el día en el que no haya niños jugando en las calles a las diez de la noche, habrá pasado a mejor vida cuando estar fuera de casa sea un mero trámite para salir o entrar en ella.
25 años he tardado en desear la muerte de alguien, y me alegro de que esa persona se llame “Verano”. Con el miedo de la asquerosa, relajada e íntima reclusión, aunque con la esperanza de un tiempo venidero mejor, abro los brazos a un otoño que me querrá llenar de hojas tristes, pero no tanto como la pegajosa calor emocional que ha derretido el verano de mi cordura en esta iluminada pero lúgubre estación.
lunes, 1 de septiembre de 2008
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