“Doctor, mi hermano está loco, piensa que es una gallina.”
“¿Y por qué no lo mete en un manicomio?”
“Pues porque necesito los huevos”
Así acabó una de las historias de amor mas raras del cine.
Coloquialmente, me quedo con la última frase porque es lo que se necesita en muchas ocasiones, no solo para acabar una relación, sino para empezarla.
Carecer de un plan o de una estrategia mas allá del “yo mismo” representa la simplicidad de la autoestima o la complejidad de acorralarse tras las barreras que uno mismo se fabrica, pero de momento se abre un hueco hacia una futura probabilidad. Es cuestión de estadística, “sí o no”, así que hay que tener un gallina lo suficientemente productiva para tratar de conseguir que el “sí” valga mas que el “no”.
Todo esto no es mas que un flagrante arrebato, que un pataleo producido por la sensiblería que puede llegar a formar parte de un subconsciente potencialmente imaginativo entre nauseabundos olores a fracasos que están por llegar en vísperas de una larga noche que dura dos días y medio. Hasta que no llegue el momento esperado no habrá luz ni habrá agua para mitigar la sed.
Mientras tanto, lo reconozco, solo me puedo permitir el lujo de seguir jugando a ser escritor. Érase una vez que se era, un chico humilde y sincero que solo buscaba un lugar y un momento concretos y exactos para estudiar el infinito de un pelo que llegaba desde donde crecían las ideas hasta mas allá de todo sueño. Cada capítulo de esta novela está por escribir, dejando los prólogos para mucho mas tarde de cuando todo acabe, que esperemos no sea pronto.
sábado, 21 de marzo de 2009
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1 comentario:
pues sigue escribiendo ;)
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